En un artículo publicado por el diario “La República”, María Elena Castillo habla de la apreciación que tuvo cuando leyó el cuento “Calixto Garmendia” de Ciro alegría. Ella dijo lo siguiente:
“Han pasado 35 años desde que leí por primera vez el cuento “Calixto Garmendia”, publicado en 1958 por Ciro Alegría. Aún recuerdo la indignación que me embargó al leer que el alcalde expropió la chacrita de este humilde carpintero, analfabeto, para hacer un panteón, debido a la epidemia de tifus que azotó el poblado.
Le dijeron que era una obra de necesidad pública y prefirieron su chacra, argumentando que ya estaba cercada, en lugar de la “tierra de los ricos, cuyas haciendas llegaban hasta la propia salida del pueblo”.
El cuento, relatado en tercera persona por el hijo de Calixto, señala que el carpintero intentó por todos los medios oficiales recuperar su chacra o al menos que le paguen la indemnización que le prometieron. Envió cartas, habló con el alcalde y con otras autoridades, pero nada. La desesperación lo llevó un día a “afilar una cuchilla”, pero desistió ante los ruegos y llanto de su esposa.
La inocencia de mis 10 años me hizo pensar entonces que ese relato era cosa del pasado, que era imposible que en Perú hubiera tanta injusticia. ¡Qué ilusa! Las protestas de los pueblos amazónicos por los decretos legislativos aprobados inconsultamente por el Ejecutivo –que ha cobrado la vida de decenas de policías y nativos– demuestran que, lamentablemente, esta historia es pan de todos los días.”
María Elena Castillo tiene mucha razón, ya que lo que sucede en este cuento no es solo cuestión de imaginación si no que son injusticias que suceden a diario en nuestro país, no solo en el caso de Bagua si no en todos los lugares donde los poderosos saben que pueden aprovecharse del pobre debido a su incultura y también a que no todos los peruanos toman conciencia de la cruda realidad del país.